Una boda impuesta by Jo Beverley

Una boda impuesta by Jo Beverley

autor:Jo Beverley
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2013-07-12T22:00:00+00:00


Aunque enviaron las invitaciones con muy poca antelación, a los Delaney no les faltó compañía en su velada. Eleanor había decidido organizar un evento informal. Había una gran variedad de excelente comida y bebida y un hábil trío para tocar música, o para bailar. Como la mayoría de los invitados eran jóvenes y animados, fue una reunión muy alegre, pero para ella resultó un placer un tanto ireal.

Le gustaba ver a Nicholas derrochando encanto al máximo para que el evento fuera un éxito, aunque eso también le hacía sentir cierta amargura.

Si puede cambiar de humor tan rápidamente, pensaba ella, no le haría ningún daño mostrarme también a mí su lado bueno. Yo misma podría hacerlo muchas veces cuando me encuentro animada.

A Eleanor le parecía divertido ver el celo con el que Peter trataba a Amy, hasta que lo comparó con el respeto informal con el que Nicholas la trataba a ella. Incluso cuando lord Arden hincó una rodilla frente a ella para rogarle una rosa de su cabello, su marido se limitó a sonreír. Desde ese momento, no pudo evitar amargarse ante cada mirada apasionada y de adoración que Peter le dirigía a Amy. Debió de haber dejado ver su dolor, porque lord Middlethorpe, que estaba a su lado, le dijo:

—¿Qué tienen esos amantes repugnantes que te pone tan triste?

—Nada —respondió, consiguiendo un tono desenfadado—. Solamente estoy preocupada por la organización. Ésta es mi primera fiesta de verdad, ya sabes.

Él negó con la cabeza.

—No te creo, Eleanor. ¿Me dejas adivinar? Estabas mirando a Peter y a Amy y deseando que Nicholas se comportara contigo de la misma manera.

Ella sabía que se había ruborizado y no intentó negarlo.

—No sería un buen anfitrión si lo hiciera —añadió él—. Y tal vez confíe en ti bastante más de lo que Peter parece confiar en Amy.

A Eleanor le traicionaron sus amargas palabras al decir:

—Me atrevería a decir que no le importaría si me arrojara a los brazos de otro hombre.

Sorprendentemente, lord Middlethorpe se rió.

—Es evidente que todavía no conoces a Nicholas. —La miró pensativamente—. Siempre he pensado que los celos no son un reflejo muy atractivo de la posesividad, pero ¿te haría feliz si él estuviera celoso?

Eleanor desearía no haber dicho nada.

—Francis, eso es muy inapropiado y muy tonto. No puedo... —Ante su mirada, amable e insistente, dijo—: Sí, sí que me haría feliz.

—Entonces, ven —contestó, y le ofreció el brazo.

Cuando lo miró de manera interrogativa, le explicó:

—Enséñame algún libro especial de la biblioteca, Eleanor. Aunque solamente sirva para eso, te dará unos momentos de paz en los que no te preocuparás por la organización.

Eleanor le dirigió una mirada a su distraído marido y después posó una mano en el brazo de lord Middlethorpe y permitió que la sacara de la estancia.

—¿Esperas que venga detrás de nosotros? —le preguntó mientras atravesaban el recibidor—. Creo que ni siquiera se dará cuenta de que me he ido, no importa con quién.

—Yo, sin embargo, sé que me estoy jugando la vida —respondió él, y sonrió.

Su mirada sensible reflejaba la preocupación que sentía por ella y a Eleanor se le encogió el corazón.



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